jueves, octubre 30, 2008

Silbando

Fue, quizás, uno de los encuentros con amigos más intensos que tuve en Tucumán. Fue en la casa de la Maby. Había poca gente. Llegué y me di cuenta que la gente no hablaba, que todos estábamos hechos de silencio.

Me senté al frente de la computadora. Callado nomás. Quise musicalizar el momento; a veces acertaba y otras la cagaba. Es difícil conformar a la gente. En una de esas, puse algo. No recuerdo qué. Y la Tana se reveló como una gran silbadora, con afinación, con cierta dulzura.

Acá va, entonces, esta canción con pa silbadores del gran Gilberto Gil. Se llama Metáfora y está en el disco Luminoso.

miércoles, octubre 29, 2008

El relojero y la crónica


Hoy fui a una relojería. Era un local perdido en una galería ídem de la calle Florida. El relojero estaba solo; leía el deportivo de Clarín. Pensé que debía cambiar la pila, pero sólo era cuestión de limpiar el mecanismo.

El tipo agarró unas pinzas muy pequeñas. Abrió el reloj con un silencio ceremonial, de cirujano. Hizo gestos firmes pero delicados, precisos. Sopló el reloj, lo limpió y revisó. Y comenzó a andar. No me quiso cobrar nada. Me resultó inquietante ese tipo, rodeado de paredes con agujas histéricas, otras tranquilas y muchas muertas. Alguien rodeado de relojes, pero con todo el tiempo del mundo.

Minutos después, fui a una entrevista de trabajo. Pensé que, quizás, escribir una buena crónica periodística tiene algo del trabajo de ese relojero. Hay que avanzar a paso firme, ser preciso, ser delicado, ser pulcro, ser obsesivo... El resultado no sería ya un reloj funcionando: saldrá una nota bien hecha, que se lea de un tirón, sin respirar, sin que el tiempo transcurra. Un cross a la mandíbula, como decía el cabrón de Arlt.

martes, octubre 28, 2008

Chamamé pa ser feliz

Mi hermana es una chica de entusiasmos constantes y móviles. Si ve títeres que le gustan, quiere ver tooodas las obras que existen en el mundo. Y si una canción le parece bella, quiere escuchar tooodo de ese músico. Y así, hasta el infinito.

Escuchó Mestiza, de Raúl Carnota. Se enamoró de la canción y decidió que el chamamé la hace feliz. Como mi tarea de hermano es quererla y malcriarla, acá va uno que le gustará. Se llama Parece pajarito y es de Coqui Ortiz.

lunes, octubre 27, 2008

Domingo, 19 hs.

Le pasé a un amigo Guitarra negra, de Alfredo Zitarrosa. Cuando lo estaba bajando a su computadora, puse un par de minutos, a modo de "degustación". Estábamos en su depto, con otros dos amigos más. Todos escucharon en silencio. Fue un momento Kodak, hasta que alguien dijo que era un disco que daba sed. Dije que era para ser escuchado un domingo a la mañana, o a la hora que uno se levanta.

"No, vieja, es para un domingo pero a las 19", retrucó el dueño de casa. Era un martes a la noche. Me dijo que se iba a reservar la primera escucha para ese día atroz en ese horario no menos atroz. Anoche, a las 19, volvía a Buenos Aires, luego de pasar unos días en Tucumán.

Puse Guitarra negra, escuché a Zitarrosa hablar de una noche que entra a una pieza cabeceando, que salta para adentro, que se echa en el piso como un perro. Lo escuché hablar de una vaca que entra al matadero desconfiada porque no ve pasto. Oscurecía y pensé que él escuchaba, en ese mismo instante, a ese Alfredo de voz grave y dignísima. Y pensé, claro está, en otros amigos entrañables, en los asados, en los brindis y en las noches largas. En suma: en lo bien que se la pasa en casa.



Link: Poema Guitarra negra

jueves, octubre 23, 2008

La muerte roja


Gran tapa -por la belleza del dibujo, por lo conceptual y por lo inteligente- hizo el New Yorker en su última edición. El tema, casi obvio, es la caída de las bolsas de todo el mundo.

El dibujo, del artista estadounidense Robert Risko, estuvo inspirado en la historia The Masque of the Red Death, de Edgar Allan Poe.

martes, octubre 21, 2008

Atardecer en Barcelona


La saqué en el puerto. Volvía de Palma de Mallorca.

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La casa arriba del árbol


Me divierten los chicos. Me gusta hablar con ellos, pelearme con ellos y ser, en algunos casos, tan caprichoso como ellos. Tengo la ventaja de ser tío o primo y no padre. Y eso me otorga cierta licencia para malcriarlos.

Acá va un diálogo que tuve hoy con mi primo Alejandro. El tomaba leche chocolatada y comía una torta. De frutillas era la torta. Me pidió que le sirva una porción con muchas frutillas. Y le puse como siete, luego de sacárselas a otras porciones.

Y vos, Ale. ¿Ya sabés qué querés hacer cuando termines la escuela?
Sí, lo tengo casi decidido. Voy a ser veterinario o carpintero.
¿Y qué te gustaría construir cuando seas carpintero?
Muchas cosas de manera. Pero en todos mis días libres voy a buscar un árbol gigante y arriba voy a hacer una casa. Sería tan lindo...
Y sí, Ale. Sería hermoso. ¿Me vas a invitar a tu casa arriba del árbol?
Ehhh, bueno.

lunes, octubre 20, 2008

La ciudad atroz

París es una ciudad atroz, la gente no se reúne, ni siquiera se interesan por el trabajo, todo es superficial, todo el mundo se va a casa a las seis haya erminado o no lo que tenía que hacer, a todo el mundo le importa todo tres leches.
Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq

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miércoles, octubre 15, 2008

En busca de la vidala propia

Me pasaron la música de una vidala. Es una melodía hermosa y quiero ponerle letra. Desde hace varios días lo intento. Intento escribir cuatro putos versos octosilábicos. Pienso en lo poco apto que soy para la tarea y envidio insanamente a los tipos que hicieron bellezas en una estructura tan simple y, quizás por eso, tan compleja a la vez.

Pensé, claro está, en el Chivo Valladres, que no sabía leer música ni sabía de métrica ni de versos octosilábicos. Pensando en él y mirando una lluvia callada desde mi ventana, puse Lejos. Todavía no hay vidala propia, pero hay momento Kodak con las ajenas.


Es una versión que está en el disco Desde mi tierra, de Adrián Sosa.

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Entradas populares


Me llegó esta invitación a mi correo. Es para un espectáculo en el ND Ateneo. Me sorprendió algo. En el cartel dice: "ENTRADAS POPULARES", algo que no leía en los anuncios hace un par de meses. Los discos, los libros y los espectáculos -además de la comida, claro está- tienen precios prohibitivos. No está mal el anuncio. No está mal decir: aunque sea preguntá el precio porque, quizás, podés pagarlo.

martes, octubre 14, 2008

Es ancho y negro el olvido

...que es ancho y negro el olvido
y entra el otoño en mi corazón.

herida la de tu boca
que lastima sin dolor
no tengo miedo al invierno
con tu recuerdo lleno de sol...
Tonada del viejo amor, Falú y Dávalos


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domingo, octubre 12, 2008

Cartas de amor

Tarde de mates en la casa de una amiga. Charlamos de muchas boludeces juntas. Un chango hizo referencia a las cartas de amor; dijo que sólo las guardaba cuando valían la pena, cuando decían algo importante, cuando estaban buenas.

Sólo para pelear un poco, dije que siempre hay que guardarlas. Y que yo lo hacía, cosa que es cierto. El tema es que no las releo. Casi nunca. Pero no sé por qué no las tiro. Quedan ahí, como un archivo de algo.

Y, casi como un acto de reflejo, me acordé de "Cartas de amor que se queman", de Leguizamón y Castilla. Y ahí está la respuesta: el que las quema no sabe que enluta su corazón.

Ay niña no queda nada
de todo lo que soñamos
nuestro amor son estas llamas
que estan quemando mis manos
nuestro amor son estas llamas
que estan quemando mis manos

Son como una ala de luto
volando papel quemado
las cartas donde lloraba
este pecho enamorado
las cartas donde lloraba
este pecho enamorado

Estribillo
Flor del olvido
cartas de amor
el que las quema no sabe
que enluta su corazon
el que las quema no sabe
que enluta su corazon

Yo no se porque la pena
por tus ojos se va lejos
y no se porque los mios
se van dolidos con ellos
y no se porque los mios
se van dolidos con ellos

Cartas de amor que se queman
flores negras en el viento
le dejan al que ha querido
el corazon ceniciento
le dejan al que ha querido
el corazon ceniciento

Estribillo

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sábado, octubre 11, 2008

Te lo agradezco, pero no

Sí, es una canción menor. Sí, es demasiado comercial. Y de Alejandro Sanz. Pero me gusta la siguiente frase: "Te lo agradezco, pero no". Creo que es una buena frase. Y que uno se la pasa -o al menos, sería saludable que así sea- diciendo que no.

Sabés qué, te lo agradezco pero no quiero ese laburo de mierda; te lo agradezco, pero no quiero salir con una mina pelotuda; te lo agradezco, pero no quiero estar en un lugar que no me interesa. No quiero hacer eso. En suma: decir que no, pasar. Plantarse, qué mierda.

Silencio de pueblo

La calle estaba desierta. Yo estaba en el despacho, sentado en la butaca, y el libro de mi profesión que leía me empezaba a aburrir. El piso estaba silencioso, uno de aquellos silencios de pueblo absolutos, definitivos, que a mí me dan una sensación de sufrimiento, de desamparo. Estos silencios, sólidos, macizos, son, sin embargo, muy útiles a las personas -escasas- que los pueden resistir, porque llegan a dar una sensación física y precisa de la pequeñez del hombre sobre la tierra. Ante estos muros grises, no valen veleidades vanidosas o pedantescas. Barreras infranqueables. En medio del ruido el hombre se siente fuerte. Delante del silencio, descubre su grandiosa inanidad y pequeñez.
Josep Pla, en La calle estrecha

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miércoles, octubre 08, 2008

Por ejemplo

"Tengo un puñado de recuerdos de arena, y entre los dedos con la arena vas vos"
Por ejemplo, de Fernando Cabrera

Los tres discos del mes

Me gusta la posibilidad de acceder a mucha música. No suelo bajarla porque me da pereza, pero algunos amigos me pasan discos y, por mi laburo, me llegan otros tantos.

Sin embargo, con esta mp3ización de la música, pasa que se escucha menos, que se pierde la paciencia y que a los 30 segundos uno pasa a otra canción. Y así, a otra y a otra. O pasa como cuando uno va a un súper y tiene 60 marcas de yogur y termina no tomando yogur. O sea: la narcotización de la música; tengo toda la música del mundo a mi disposición, pero escucho poco y mal.

Por eso, estoy intentando enfocarme en pocos discos, pero escucharlos mucho. Elegí mis tres discos del mes, que escucho todo el día durante estos días, aunque también los combino con otros. Son: Bach Violin Concertos (Bernstein/Schneider), Piazzolla Dúo de pianos (Emanuel Ax y Pablo Ziegler) y un compilado de arias, regalo de mi tía Pilar.

En el disco con música de Piazzolla, la versión de Adiós Nonino es bellísima. Me sorprendió cómo una obra que escuché decenas de veces en decenas de versiones puede resultar nueva. Y, nuevamente, conmovedora. Aquí va.

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lunes, octubre 06, 2008

Uno

"Uno está tan solo en su dolor/ Uno está tan ciego en su penar"
Uno, de Mariano Mores y Enrique Santos Discépolo

Gracias a la chica entusiasta por traerme la canción a la memoria

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Tarde en la costanera

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viernes, octubre 03, 2008

"La mujer sin cabeza"



"Nada de lo que veo ni de lo que escucho merece fijar la vista ni aplicar el oído. No encuentro nada que se pueda narrar. Intuyo que hay muchas pretensiones pero no sé de qué". Con esa dureza, Carlos Boyero, de El País, criticó a La mujer sin cabeza, la nueva película de Lucrecia Martel.

Ayer fui a verla. Hay, quizás, algunas de las pretensiones que él no veía y que a mí me llegan. Quizás porque Martel sea salteña y yo tucumano. Y quizás porque al crítico no le gustó La Ciénaga y a mí me pareció una de las excelentes películas que dio el cine argentino en los últimos dos lustros.

Es cierto que La mujer... no tiene la lucidez de la primera. Pero también es evidente que la mina sabe mirar, sabe sacar fotos de una sociedad llena de omisiones. De un marido que se abstiene de hacer o decirle algo importante a su esposa; de una mujer que se descuida hasta ser una muerta en vida; de un tipo que vende macetas pero no puede alcanzar una que está muy alta y entonces no la vende... En suma: una mirada, un ensayo sobre la sociedad norteña. Quizás no tan brillante como La ciénaga, que no tiene ni una imagen de más. Pero de ahí a decir que no hay nada que se pueda narrar me parece mucho.

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miércoles, octubre 01, 2008

El silencio cortés

"Un silencio cortés, extremadamente cortés, ante las cosas y los seres... Ellos debían aparecer con su vida secreta, sólo llamando el silencio, pero con cuidados infinitos, ah, y con humildad infinita..."


Juan L. Ortiz

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