jueves, noviembre 21, 2013

Acobino


Estoy leyendo un libro que me encanta. Se llama Teatro reunido. Es una recopilación de las obras de teatro de Alejandro Acobino, junto a artículos sobre su obra y entrevistas a él. En algún momento, le preguntan sobre su proceso de escritura. Y el tipo dice algo muy inteligente sobre la obsesión de corregir. Algo que él aplicaba a la dramaturgia, pero que perfectamente funciona como una lección para los que hacemos periodismo. Acá va la cita.
Puede ser que en esto de corregir de manera obsesiva y despiadada, sin tener miedo a volantazos de todo tipo, se esconda un procedimiento. Y sinceramente, reconozco que esta idea de corregir insistentemente es algo que espanta y en algún punto también desmoraliza. De todos modos, los proceso de Continente viril y Absentha fueron distintos. Pero corregir es quizá lo mejor que hago (risas). En serio, corregir es lo que mejor hago. Una instancia, en algún sentido, que me resulta muy orgánica. Y si bien sé de muchos grandes escritores que casi no corrigen, sea por una cuestión ideológica o de procedimiento, también sé qué Proust, mi escritor favorito, corregía como un animal... salvando las distancias. Corregir en sí puede ser un arte, el arte de la soberbia, como dijo alguna vez un amigo, o el arte de la duda. En definitiva... quién lo sabe.

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viernes, noviembre 15, 2013

Pequeña


Cuando sea grande. Cuando sepa escribir así lindo lindo. Cuando falte poco para morirme. Cuando un día se me ocurra algo. Cuando todo eso pase, me gustaría escribir un vals tan bello como "Pequeña", de Maderna y Expósito.

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jueves, noviembre 14, 2013

Mono las pelotas


Hace unos días, se cumplieron 50 años de la muerte del "Mono" Gatica. Cuando leí la noticia, no pude dejar de pensar en ese texto brillante que escribió Osvaldo Soriano sobre el boxeador. Para leerlo, hacé click acá.

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miércoles, noviembre 13, 2013

Foco



Perdí mis lentes y tuve que ir al médico para que me recete unos nuevos. Me sentó al frente de un panel lleno de letras y comenzó a preguntarme qué veía. Acerté algunas y erré otras. Después, me colocó unas monturas de plástico a las que les iba poniendo distintos lentes. Al final, tuvimos este diálogo.
-Claro, vos lo que tenés es un astigmatismo. Te cuesta hacer foco en las cosas.
Me reí sin decir nada.
-No, bueno, te cuesta hacer foco en las letras.
-No, no, tenés razón. En las cosas también.
-Ah, bueno, pero yo soy sólo oftalmóloga.
Nos reímos los dos. Me recetó unos lentes de 1 y 1.50. No estoy tan ciego.

martes, noviembre 12, 2013

La contundencia de un mango maduro


Hace unos días, le mostré un texto a una colega. En la devolución, me dijo que la construcción de las frases se repetía en algunos pasajes. Me fijé y tenía toda la razón del mundo. Se repetían una y otra vez haciendo el texto aburrido y monocorde. Pensé entonces en muchas formas de decir lo mismo. Pensé en la infinidad de formas de expresar una idea. Leí algunas cosas. Y leí un párrafo tan bien logrado que me dio envidia. Nada de ser monocorde. Música pura hace el cabrón de Tomás González en "Primero estaba el mar".
"Ningún pensamiento tiene la contundencia de comerse un mango maduro. Para no hablar de papayas, melones y guanábanas. Por otra parte, no hay mayor angustia vital que tener ganas de orinar y no poder, y no hay realización mayor que hacerlo sobre el mar, agua en el agua, y bajo la luz de los planetas. Creo que Mercedes ya se levantó: huele a café".

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