lunes, diciembre 08, 2014

Canto de amor a los zafreros


Para tu brazo izquierdo y tu brazo derecho,
para tu coraje que alza en hombros al tiempo,
para la rota espiga de su sueño labriego,
para tu voz cansada, para tu precario techo,
para tu salario que el vino lo devora,
para la flor morada de tus labios espesos,
para tu dolido esfuerzo de inviernos cosecheros
mi voz se torne canto de amor a ti, zafrero.

 Por el cuchillo de catorce pulgadas y de acero,
por el pasto mojado que en las mañanas de la zafra
te crece por los pies calzados de alpargatas,
por el humo que asciende de tu cigarro de maíz y tabaco,
por el puño terrible que enarbola un sonido,
por el duro silencio que te hilvana los labios,
por el tajo certero, por la caña tronchada
mi canto ponga un poco de música al trabajo.

 Por la mujer que vive contigo hace mil años,
por su hábito doméstico de remendar esperanzas,
por tus hijos de cobre, desnutridos y mansos,
por el pan que es escaso y se guarda en baúles,
por la paloma verde con que te desayunas en la madrugada,
por el primer silbido con que saludas a tus camaradas,
por la primera planta que cortas con el hacha,
diga mi voz a gritos, del derrumbe de toda tu semana.

 Para que alguna vez sientas el peso del salario
y puedas estrujarlo de un día para el otro,
para que alguna mañana tu capataz sonría entre la niebla
y luego te contemple con mirada de hermano,
para que puedas vestirte de domingo, camarada zafrero
y en tu caballo oscuro, cantando una vidala,
la aurora te sorprenda compañero del viento,
suena ahora mi canto de amor por ese anhelo.

 Por tantas chimeneas de donde tu sueño escapa hecho cenizas,
por los trapiches que trituran tu brazo infatigable,
por las grandes balanzas que miden por gramos tu trabajo,
contra el administrador del ingenio, expoliador mercenario,
contra aquellos que viven del sudor de tu espalda,
contra el tractor que aplasta tu bramido en la zafra,
contra el hambre que siembra los surcos de osamentas
mi voz se vuelva un himno de furia contra tanta amenaza.

 Para que un día se concreten semanas y salarios,
para que los niños tengan pan en abundancia,
para que con voz jugosa canten la plenitud de las cosechas
en los patios barridos, florecidos de fiesta
levanto esta canción de amor para los heroicos soldados de la gleba.

 De "Clima de la miel". Manuel Aldonate

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