miércoles, abril 27, 2005

Fumar es un placer



Luis Manuel Ruiz es un excelente articulista del diario El País (Madrid). Hace algunas semanas, publicó un artículo sobre el placer de fumar. Aquí van algunos fragmentos.

* A veces regresaba a casa de madrugada y me concedía un último cigarrillo antes de abrir la cama: un cigarrillo final, un cigarrillo que sirviera de epílogo en la intimidad de mi habitación. Aproximaba el encendedor a ese cilindro último de papel, y a continuación veía elevarse una columna de humo pálido, del mismo color de los fantasmas de las novelas, mientras una vieja tibieza que era como un murmullo y un hogar me recubría el paladar, despacio.

* Muchas veces me he sorprendido observando las nubes como un bobo, preguntándome a dónde conducen, deseando acompañarlas en su vuelo a través de la atmósfera hacia el rincón opuesto de las cosas.

* Creo que el tabaco es antipático porque en este presente nuestro de computadoras, metrosexualidad y primeros puestos la pereza es antipática, la derrota es obscena y el enfermo un apestado. Fumar, fumar en serio, detenerse a paladear el sabor de la combustión, contemplar cómo el humo dibuja ofidios y lombrices en el aire, callar y fumar sin inmiscuirse en las decisiones ni los actos de nadie, equivale a reivindicar la segunda fila, la neutralidad, el aparte, la desidia: figuras todas que la moral odia. Cuesta creer en la maldad del humo: después de todo, junto al polvo y la ceniza, es el futuro que nos espera a todos.
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