El sobrenombre vulgar es la primera falta de respeto de la pareja, la capa inicial de melaza, de romanticismo rollizo. Ninguna pareja cargosa tiene chance. Los detalles amorosos de hoy, son las anécdotas kitsch de mañana. Me animaría a decir que todos los que llaman a su cónyuge “pupi”, “coqui”, “bicho” o “amorci” merecen ser abandonados. Las parejas que están bien se comunican entre sí con un apodo ingenioso o el nombre de pila. Entienden que llamarse “bebu” o “pochi” es una perversa ignominia estética, y que nadie que tenga un poco de dignidad permitirá ser llamado por el nombre de un antipático pekinés de solterona.
Vía:
Bestiaria
2 Comments:
hay cosas peores, che...
una vez alguien me contestò un correo donde decia: "gracias, Vicho"...
tututut..
y bue... que le vamos a hacer... prefiero pupi y cosas por el estilo (bien escritas, claro)
Saludos,
Charls.
Charls: Sí, claro que hay cosas peores. No estoy en contra del bichi; me indigan la socialización del bichi. Las que llaman bichi al bichi en medio de una reunión de 30 personas. Abrazo
Diego
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