Río

En Tucumán tenemos diques, ríos y arroyos. Pero no forman parte de nuestras vidas. En el folclore, al menos, las letras hablan de otras cosas. Hablan de cerros, de peladores de caña y de personajes que nada tienen que ver con el agua.

Hace unas semanas estuve en Entre Ríos. Pensé en todas las canciones sobre el río que había escuchado y en ese paisaje que me resultaba tan ajeno. Pensé también en una charla que tuve una vez con Liliana Herrero, en la que me contó que el Cuchi Leguizamón le dijo: "Ud, m'hijita, es del río. Y su voz tiene que sonar a río".

Pensé en el río como el signo identitario más determinante de esa región. En ese río -o esos ríos- que da de comer, que mata, que divide, que (los) atraviesa de punta a punta... En suma: que surca la vida.





No fue fácil elegir canciones para ilustrar este post acuático. Finalmente, elegí tres: Canto al río Uruguay, de Ramón Ayala; Jangadero, de Eduardo Falú y Jaime Dávalos; y Oración del remanso, de Jorge Fandermole. Pa hacerla completa, al final va Fui al río, de Juan L. Ortiz.

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.
Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

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