Puchero, el plato perfecto

En una reunión de amigos, no recuerdo por qué, comenzamos a hablar de comida. Y se me ocurrió preguntar cuál es el plato perfecto. No el que más nos gusta. Pensé que, por algún motivo, uno tuviese que comer lo mismo todos los días de su vida. ¿Cuál comería? Algunos, los más fanáticos, dijeron sánguche de milanesa. Pero otros replicaron que, a los pocos meses, explota la aorta y uno queda como Cerati, pero sin talento ni fans que recen.

Yo dije que el puchero es el plato perfecto. De tener que comerlo todos los días, uno puede optar por todos los ingredientes juntos. O dejar la carne. O hacer un puré con la papa y el zapallo. O comer sólo el choclo. Y así, en todas sus combinaciones. Todos eligieron su plato y muchos se rieron de mi defensa apasionada del puchero.

Hoy estuve en la Biblioteca Alberdi de Tucumán. Consulté Una excursión a los indios ranqueles, la obra que Lucio Mansilla escribió en 1870. Fui muy feliz cuando encontré el siguiente párrafo:

Lo más sencillo, lo más simple,lo más inocente es lo mejor; nada de picantes, nada de trufas. El puchero es lo único que no hace daño, que no se indigesta, que no irrita.

Exultante y de inmediato, llamé a mi amiga María Belén, a la que quiero mucho aunque es muy carroñera. "Sí, bueno, pero Mansilla está pasado de moda, como vos", me dijo. ¿Qué necesidad tenía, eh? ¿Por qué no me festejó el hallazgo? Es mala, mala ella.

Para ustedes, copados lectores de Zoom, ¿cuál es el plato perfecto? ¿Qué comerían todos los días de su vida?

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