Cuba y las sorpresas

"¿Qué cosas viste en Cuba que puedas decir que el que no fue no se las imagina?", me preguntó en un comentario Sergio Ledesma, del blog Foto diario de un peatón. No sé si son cosas que "nadie se imagina". Pero sí me sorprendieron. O divirtieron. O gustaron.

1) Algunos turistas deben suponer que en Buenos Aires la gente se la pasa escuchando tango. Y yo supuse, con esa misma lógica estúpida, que el son iba a sonar más en las calles. Error. Grave error. Manda, como en otros países del continente, el reggaeton. Suena en las casas, sonó en el carnaval de La Habana y se escucha también en las radios. El son quedó para el bar La bodeguita del medio o para el Museo del Ron Havana Club, donde fue sacada la foto que ilustra este post. O sea, se toca para el fucking turismo. La mujer de la foto espera que lleguen turistas para cantar. Tenía una voz de la puta madre. Tenía estrago también.

2) Los divorcios son instantáneos. Me pareció genial. Si vos te casás y te querés separar al otro día, podés hacerlo con un trámite rapidísimo. Si no es de común acuerdo, el trámite demora, a lo sumo, 15 días. Eso hace que estar casado, soltero, viudo o cinco veces divorciado no tenga ninguna valoración social. El Gobierno, en una época, regalaba un cajón de cervezas a los recién casados. Hubo gente que lo hacía sólo para recibir el regalo. Al otro día, se separaba y a otra cosa.

3) Un día, a raíz del día de playa y de una otitis, me dolía el oído. Pasé en La Habana Vieja por una de las farmacias populares, que son como las del Doctor Ahorro, con un despachante y mostradores llenos de remedios. Le pedí algo para el dolor de oído. Me dio un remedio y, al pagar, me di cuenta de que no tenía pesos cubanos y sólo me quedaban CUC (peso convertible, equivalente al dólar y mucho más valioso que el peso cubano). La mujer me dijo: "No importa, chico. No me des nada. Lo importante es que tu oído cure". El oído curó. Y yo quedé amando a esa mujer.

4) Alguien dijo que La Habana es "una princesa en harapos". Me pareció una gran definición de la ciudad. Y una película dice que esa isla es una trampa. También tiene razón.

5) Llegué a Cuba en período de vacaciones. Quizás sea por eso. Pero me fascinó que la calle sea una fiesta de chicos, que todo el mundo esté jugando a algo. Unos 20 chicos jugaban al béisbol -deporte nacional- con un palo de escoba y una pelota hecha con media; otros cinco se divertían con un carro con rulemanes y otros hacían lo mismo con la pelota. Los grandes le dan al dominó y al ajedrez. Una tarde, en Centro Habana, me prendí en un desafío de ping pong con unos pibes. La mesa era la mesa del comedor, cuatro ladrillos servían de red y se jugaba con una paleta de un lado y una sartén de teflón del otro.

Compartilo | |