Si lo verde tuviera otro nombre...

Hoy escuché en un podcast una anécdota hermosa sobre cómo nació una zamba antológica. Armando Tejada Gómez cuenta que un día fue al campo a pasear con sus hijas. Entusiasmado con la llegada de la primavera, el poeta intentaba contagiarle a sus hijas el amor por la naturaleza y por la belleza de sus verdes. La menor de ellas, Paula, muy listilla, le preguntó: "Papá, si lo verde no fuese verde, ¿cómo se llamaría?"

Tejada Gómez se quedó mudo. Siguieron andando un rato largo. Y le dijo: "Debería llamarse rocío". "Qué lindo lo que dijiste, papá", quedó satisfecha la nena estimulada. El tío la mandó a escribir en una hojita la frase. Y así nació la Zamba del laurel.

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