martes, enero 27, 2009

A las seis en punto


Me pondré por los hombros, de abrigo,
toda el alba;
mi penúltimo whisky quedará sin beber.
Llegará tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean
las seis.
Balada para mi muerte me gusta mucho. Ahora, ¿por qué Ferrer tiene la obsesión de ser puntual, incluso, para morirse? ¿Qué más da, si uno se muere, que sean las seis o las seis y cuarto?

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