jueves, marzo 24, 2011

Recto al gol


No recuerdo qué edad tenía. Seguro que menos de diez. En uno de los tantos viajes a Coripata, mi abuelo me regaló un par de botines. Me los dio después de decirme que eran zapatos mágicos... "Escucha, cojudito, estos van recto al gol, aunque el chute sea malo".

El viejo Ricardo era como el padre de la película El Gran Pez. Uno nunca sabía si las historias eran verídicas o no. Y tampoco importaba demasiado. Esa misma tarde, bajé a la cancha del pueblo a probarlos. Me sentí un poco desilusionado al comprobar que eran sólo dos pedazos de cuero negro, nada mágicos y que no podían corregir mi torpeza natural.

Anoche, fui a jugar al fútbol con mis amigos como lo hago desde hace cinco años todos los miércoles. Apenas llegué, todos notaron que tenía zapatillas nuevas. Son marca Umbro, amarillas y muy guapas. A los cinco minutos de partido, recibí un pase de mi amigo Diego de Francesco. La pelota quedó boyando fuera del área y el arquero estaba ligeramente adelantado. Se la piqué, hice un lindo gol y me sentí inmortal por tres segundos.

Uno de mis compañeros me dijo que era el poder de los zapatos nuevos. Y yo acordándome mucho del viejo le dije: "Estos van recto al gol, aunque le pegues como el orto".

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Diego querido:
Te felicito por el gol. Me llenó de ternura el recuerdo de tu abuelo. Realmente era un personaje inolvidable.
Fufa

12:53 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Sí, era un personaje inolvidable y entrañable. Besos
Diego

5:11 p.m.  

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