Hace un tiempo, entrevisté a Raúl Carnota a raíz de su disco Runa (hombre en quechua). Hablamos largo rato sobre el hombre y el paisaje, sobre los temas de sus canciones. Él me dijo el hombre sigue siendo el paisaje más estimulante a la hora de componer. No sé por qué carajo pensé en eso cuando llegué a la isla de San Andrés, en Colombia.
El paisaje es maravilloso, con todos los íconos de una playa del caribe: el alba como un ardor, el agua turquesa, las palmeras, el mar planchado y los humores del clima tropical. Pero quedé prendado de otras cosas. Me fascinó escuchar el inglés creole, las brisas de Africa en América, las historias de piratas que llegaron allí y el calypso, una música bellísima de esa región. Para mí también el hombre es el gran paisaje, aunque desde la ventana de la habitación se vea un mar al que no puede ponérsele ni un pero.
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