jueves, junio 26, 2008

Elogio del fumador




Nunca fumé, pero no me molesta el humo. Tengo ciertas dudas sobre la ley que impide fumar en lugares público. Y, en algunos casos, envidio a los fumadores. Veo que hay ciertos puchos altamente justificados: los de después de comer, los que acompañan una cerveza y, supongo, otros placeres. Los veo pitar hondo, mirar al horizonte... Los veo disfrutar.

Me parece que fumar, en esos casos, es puro placer, puro sentarse a pensar, puro no hacer nada. Y eso, creo yo, tiene un valor en los tiempos que corren y en esta fucking lógica de trabajar más para ganar más para consumir más y para ser feliz.

Todo esto para decir que saqué estas fotos de un tipo fumando en una calle de Santiago de Compostela. El se sentó en el banco a no hacer nada, a fumar. Y yo me senté en el banco a hacer lo mismo, pero con una botella de agua. Me parece que él, con esas pitadas, la estaba pasando mejor que yo, con el líquido inodoro, insípido e incoloro.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola Diego, me parece que diste en el clavo de fumarse un buen puro, que es la versión occidental de la meditación zen. Recuerdo dos cosas que me proporcionaron un placer similar: regar un jardín por la noche y tender la ropa. Abrazo, Panci.

1:50 p.m.  
Blogger Maby said...

Está bueno todo el preámbulo que justifica las fotos que por cierto están hermosas. Un abrazo.

3:23 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Los dos primeros párrafos los robaste de mi cabeza.

6:27 p.m.  

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