lunes, octubre 27, 2008

Domingo, 19 hs.

Le pasé a un amigo Guitarra negra, de Alfredo Zitarrosa. Cuando lo estaba bajando a su computadora, puse un par de minutos, a modo de "degustación". Estábamos en su depto, con otros dos amigos más. Todos escucharon en silencio. Fue un momento Kodak, hasta que alguien dijo que era un disco que daba sed. Dije que era para ser escuchado un domingo a la mañana, o a la hora que uno se levanta.

"No, vieja, es para un domingo pero a las 19", retrucó el dueño de casa. Era un martes a la noche. Me dijo que se iba a reservar la primera escucha para ese día atroz en ese horario no menos atroz. Anoche, a las 19, volvía a Buenos Aires, luego de pasar unos días en Tucumán.

Puse Guitarra negra, escuché a Zitarrosa hablar de una noche que entra a una pieza cabeceando, que salta para adentro, que se echa en el piso como un perro. Lo escuché hablar de una vaca que entra al matadero desconfiada porque no ve pasto. Oscurecía y pensé que él escuchaba, en ese mismo instante, a ese Alfredo de voz grave y dignísima. Y pensé, claro está, en otros amigos entrañables, en los asados, en los brindis y en las noches largas. En suma: en lo bien que se la pasa en casa.



Link: Poema Guitarra negra

1 Comments:

Blogger Martina Delacroix said...

Me hace acordar a una vez que escuché a Adolfo Nicolau presentar a su percusionista. Nicolau, acelerado como es, cuenta que el hombre es de La Banda, Santiago del Estero, y al terminar la introducción le grita: Vamo, maistro, haga da sé.

martina.

10:13 a.m.  

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