lunes, febrero 14, 2011

¿No pensás que soy genial?


Sería un buen ejemplo para una clase de periodismo. Un ejemplo de entrevista y de esos casos en los que el/la periodista se siente importantísimo, mucho más que el entrevistado. Salió ayer en el diario La Nación. El entrevistado era Sergio Batista, el técnico de la selección de fútbol. Acá va la introducción. Comienza la periodista.

-Esta no es una nota que tiene que ver específicamente con el fútbol; tiene que ver con tu historia, con tu vida.
-Yo no hablo más de mi pasado.
-Relajate, Checho, estás en buenas manos.
-Me imagino. Tus notas son buenísimas.

Pregunto, como lector de a pie y como colega, ¿no es mejor que la periodista comience haciendo la entrevista y no diciendo cuál es su idea de entrevista? ¿Acaso el lector es idiota que no se dará cuenta de que la entrevista es, según la idea de la periodista, distinta a las otras? ¿Era necesario gastar cinco líneas -¡cinco líneas es muchísimo; se pueden decir muchas cosas!- diciendo que Batista está en buenas manos y luego poniendo en boca del entrevistado que la periodista es genial? Aunque lo haya dicho, ¿no es mejor guardarse el elogio? Pregunto nomás. Pregunto.

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Entrevista completa

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