Cinco apuntes sobre el piano

Comencé a estudiar piano. Ya lo había hecho de chico, desde los 9 ó 10 y hasta los 15. Pero dejé porque soy un pelotudo y ahora no me acuerdo nada. Aquí van algunas cosas que estoy pensando mientras lucho por aprender el primer movimiento de una sonatina de Muzio Clementi.

1) Estudiar es, en sí, un acto de esperanza. Uno piensa que podrá hacerlo, piensa que sirve de algo o, al menos, que dará gozo.
2) No me da miedo comenzar de viejo. Querer tocar el piano a los 31 es como pretender ser futbolista a los 50. ¿Y qué? Yo no dije que quería jugar en la selección.
3) Creo que estudiar cualquier cosa -y un instrumento en particular- es un trabajo paciente, desafiante, persistente. No es algo para gente demasiado apresurada o poco humilde. Me gusta la idea de ejercer la paciencia, la persistencia y la humildad. Creo entonces que estudiar piano es algo más que estudiar piano.
4) Hay un librito muy hermoso de Paulo Freire, que se llama Cartas a quien pretende enseñar. Ahí, el tipo dice: "Estudiar es un quehacer exigente en cuyo proceso se da una sucesión de dolor y placer, de sensación de victoria, de derrota, de dudas y alegría". Bueno, todo eso quiero: dolor, placer, victoria, derrota...
5) Alguna vez hablé de los planes en Zoom. El mío es, en un año, acompañar a mi hermana y a mi compadre Javier en las guitarreadas en casa. Tengo paciencia y ganas. Lo que no es poco, ¿no?

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